El invierno puede ser tan cálido como nuestro muñeco de nieve.

Echamos la vista atrás y sin apenas darnos cuenta ya nos hemos despedido de los días de navidad, pero aún nos queda mucho curso por delante. Vamos a intentar aprovechar lo bueno que nos descubre cada estación.

 Cuando paseo por la calle prolifera la gente a paso rápido tapada hasta las cejas, enfundada en gruesos abrigos y calzada con botas altas de pelo.Las calles se vuelven oscuras y solitarias antes de la hora de la merienda, hay pocos niños jugando en el parque de mi ciudad y en los corros de padres siempre sale a relucir el tema del frío, de las heladas y de cómo nos limita el invierno. 

Hoy me he Propuesto cambiar la perspectiva, buscar el lado bueno de esta estación tan entrañable, intentar vivirla con alegría, buscando el lado positivo.

Hoy es lunes  y voy a intentar contagiar este entusiasmo a nuestros cahorros. Quiero que descubran muchas de las cosas bonitas que tiene esta estación que tan mala fama tiene.

La propuesta ha sido muy sencilla, y todo ha fluido como casi siempre suele ocurrir con ellos...Hemos leído un cuento acerca de un muñeco de nieve en nuestra asamblea y nuestros peques han quedado encantados, después hemos propuesto recrear a nuestro amigo entre todos y nos hemos puesto manos a la obra. Solo hemos necesitado algodón, cartulina, cola, pintura de dedos y un poco de brillantina y en un abrir y cerrar de ojos, nuestra bolita de nieve estaba presidiendo nuestra sala.

Ellos ya saben sin explicarlo, que el invierno puede ser cálido y suave como el algodón, alegre como la bufanda de nuestro amigo, vistoso como su sombrero y festivo como la nevada brillante que lo acompaña.Bendito invierno.